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Pablo vivía sus días pensando en una chica la cual no estaba interesada en el siquiera un poquito, estaba perdidamente enamorado de esa deseosa mujer. Este chico no era el tipo de gustos que le atraía a Mary Ann, en cambio se volvía loca por la polla de su amigo el caballo, chupaba su gran verga en los establos de la finca, deliciosamente chupaba inasible los huevos de este semental animal, mientras chupaba su firme trozo de pene, tocaba las nalgas de este caballo, hurgaba y tocaba el ano de el mismo, cosa que le encantaba. La lengua de este corcel volvía loca e histérica a Mary, el era el único que sabía cómo chuparle el coño a esta lujuriosa y apasionada vaquera.  Era un experto dilatándola para así después meter su exuberante verga gigantesca que golpeaba constantemente el útero de esta traviesa chica. Ambos gozaban constantemente de este encuentro sexual, ella era como un jinete experta galopando encima de este noble caballo, tanto era su amor que quería tener un hijo de él, por lo tanto este corcel lleno de semen toda su cavidad uterina, su vulva palpitaba y era evidente que había recibido lo que merecía, pablo descubriéndolos en esta romántica e incómoda situación, se desilusiona de Mary Ann.